Miguel Idelfonso

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CRUZ Y FICCION

 

 

Cristo medía 1 mt. Y 64 ctms. Y caminaba

          por el Centro de Lima

eran las 3: 30 de la tarde – siempre eran

          las 3: 30 de la tarde

Y él caminaba descalzo por Camaná

          veredas quemadas por el sol

su piel ardía y era un extraño color para la temporada

          pálido como colmillo de elefante

Cristo vivía como nosotros

          del paso del aire del tabaco

de una canción en la rockola

          dormía en la Plaza Francia

Y ahora cuando ya tengo su edad y me enfrento

          todos los días contra la ceguera

creo verlo todavía sobre cartones durmiendo

          con los ojos abiertos

Cristo tomaba aguardiente

          era uraño y cuando hablaba

hablaba solo quizás porque los romanos ya no usaban

          escudos ni sandalias

y el emperador no era de Occidente

y nadie quería escucharlo

y nadie quería creer

y nadie era nadie para lanzar la primera piedra

Cristo nunca escribió nada

          fueron sus apóstoles los que me dijeron

que él era Cristo

          pero yo no vi a ningún apóstol

Judas tal vez era el bodeguero

Pedro quizás vestido de verde caminaba también por el Centro

las cosas no parecen ser las mismas para nosotros

          Y no porque era enero

Y yo estaba por cumplir los cinco años

          a esta edad tengo más preguntas

y las pocas respuestas que poseo son mías:

          Cristo medía 1 mt. Y 64 ctms.

la cruz es Lima los judíos trabajan en los ministerios

el Emperador está en Palacio

preparando su discurso...

Y Magdalena? Está en Magdalena?

(ella volvió al oficio y ahora es una próspera regente)

Cristo usaba barba

          era flaco como John Lennon

y jamás entraba a las iglesias

          no sé si porque tenía vergüenza de su pobreza

de su mugre o porque no lo dejaban entrar

          o simplemente porque la calle era su casa

Un día lo vi comiendo de la basura

          Y nunca más lo vi

 

 

 

Poema de Canciones de un bar en la frontera

 

 

 

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EL CORAZON DE DANTE

 

Aquella noche de 1987 la luna subía por las esferas de las lágrimas de Beatriz.

El sentido de caracol que habitaba en sus huesos guiaba a Dante hacia un bar.

Fuera del bar se había producido un choque entre dos autos.

Vidrios demolidos en la pista negra brillaban como las dulces lágrimas de Beatriz.

Dante se sentó en la barra y pidió una cerveza.

Del bolsillo de su saco cogió un papel viejo, casi amarillo,

y lo desdobló sobre la barra.

La música no mataba las intenciones ni las escondía,

todo lo contrario, más bien las almas bailaban pegaditas por las esferas de Beatriz.

La mesera rubia se apoyó en la barra,

mostrándole el nacimiento de sus senos preguntó a Dante. “¿Estuvo de viaje?”.

El hombre le respondió afirmativamente, guardó el papel,

pero se quedó pensando en lo del viaje,

puesto que no era cierto que hubiera viajado.

Avanzada la noche los bailarines cansados

y casi transparentes tan sólo bebían,

hablaban de terribles combates como si se tratara de carreras de caballos;

más tarde cuando uno decía algo gracioso los otros lo festejaban;

así era hasta que terminaban todos por llorar.

Dante fue al baño por tercera vez, se lavó la cara, pero no volvió a la barra.

se dirigió a la mesa más cercana a la puerta,

sin mirarla cogió de la mano a Beatriz, era pálida como las gaviotas

y trémula como un bote perdiéndose en la fría noche.

Sin decir nada salió casi arrastrándola:

eran dos cuerpos en uno o el mito de Platón

por las calles mojadas del Infierno.

 

 

 

Poema de Las ciudades fantasmas

 

 

 

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Miguel Ildefonso: Lima, 1970. Estudió Literatura en la Universidad Católica del Perú e hizo una Maestría en Creative Writing en la Universidad de El Paso, Texas. Ha publicado los libros de poesía: Vestigios, Canciones de un bar en la frontera y Las ciudades fantasmas. Su poesía ha sido publicada en antologías como: La Generación del Noventa y Poesía Peruana Siglo XX. Codirige la revista literaria Pelícano. Ha sido finalista en diversos concursos como: Segundo Premio Poesía Juegos Florales Universidad Católica (1991), finalista Premio Poesía Peruano- Japonés (1995), finalista Premio Poesía Copé (1995), Cuarto puesto en el Premio Nacional de Poesía del diario El Comercio “Centenario César Vallejo” (1996), Concurso de Poesía Revista Ajiaco-The Arkansas Tech University (2002), Segundo Puesto Poesía Erótica Centro Cultural Español (2003), Mención honrosa en el Concurso de Cuento Las Dos mil Palabras de la Revista Caretas (2004). Ha ganado los premios: Primer Premio Poesía Juegos Florales Universidad Católica (1995), Primer Premio Copé de Oro Poesía (2002) y Concurso de Cuento “Alfredo Bryce Echenique” (2003).

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